Si aceptamos la jubilación como un hecho de vejez intensa, nosotros mismos contribuimos al deterioro en que abocaremos a nuestros mayores, a nuestros padres, causando depresiones, valoraciones erróneas e inseguridad hacia su persona y capacidades. Hay que apoyar que “la sociedad es para todas las edades”, y que cada franja de edad es una etapa y que en todas ellas se puede aprender algo, solo hay que modificar la forma de aprendizaje.
Está demostrado que los jubilados sufren vejez prematura por un envejecimiento psicológico debido a múltiples factores como:
-La rebelión ante la jubilación.
-La pérdida de interés por las cosas.
-El grado de dependencia impuesto por otras personas.
-La obsesión por el propio envejecimiento.
-La poca capacidad de respuesta económica.
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